Cherreads

Chapter 24 - Capítulo 22: Información es poder.

Salió de la habitación sin despertar a Amy, faltaban pocas horas para amanecer; según el temporizador, la explosión sucedería a la mañana siguiente. Pero mientras más tiempo tuviera para prepararse, mejor.

Caminó por los pasillos buscando un mapa de los sectores. Necesitaba conocer el terreno antes de lanzarse a la búsqueda de suministros e información.

La información sería su ventaja, y debía obtenerla de la forma más eficiente posible.Después de unos minutos de exploración, dio con el lugar perfecto: la sala de datos.

El lugar estaba en perfecto estado, y por suerte, Jenner aún no había bloqueado la energía en esta área, lo que era un problema menos con el que tener que lidiar.

Acceder al servidor no fue difícil. Antes de establecerse como médico de operaciones especiales, había pasado una buena parte de su tiempo estudiando seguridad cibernética de joven, un campo que le fascinaba por su precisión y el control que ofrecía sobre el flujo de la información.

La combinación de sus habilidades médicas y cibernéticas le permitía abordar cualquier desafío con una perspectiva única: todo podía ser hackeado, todo podía ser analizado, incluso en el caos.

En cuanto accedió a la base de datos, un análisis rápido de la información le permitió ver lo que el sistema tenía guardado. Lo que inicialmente le parecía una simple búsqueda de suministros y armamento almacenado en el CDC, rápidamente se convirtió en una oportunidad mucho más grande.

El acceso que tenía el CDC a la base de información militar se extendía mucho más allá de lo que había imaginado, según los datos se le brindo acceso después de la rápida y caótica propagación del virus.

Comenzó a recopilar todo: primero, los registros de suministros del CDC, una lista detallada de los recursos que quedaban, pero eso fue solo el principio. Necesitaba estar preparado para lo que vendría después.

Con cada archivo que encontraba, su mente calculaba las posibles rutas y estrategias. Descargó mapas detallados de zonas afectadas, zonas de alto riesgo, bases militares, refugios de emergencia y puntos de reserva de suministros.

Luego, se enfocó en encontrar instalaciones de reserva de combustible, sabiendo que sin gasolina y energía, su capacidad de moverse sería limitada. Los mapas de infraestructura de las ciudades también le dieron una idea precisa de qué lugares aún podían ofrecer algo de seguridad, aunque fuera por un tiempo.

Pero Daniel no se detuvo allí. Sabía que, en un mundo como el que ahora habitaba, la información era un bien escaso y vulnerable. Por eso, antes de continuar, se encargó de recopilar toda esa información en una unidad portátil, resguardándola.

Sabía que los datos que había obtenido podrían ser la clave para sobrevivir, y no podía arriesgarse a que se perdieran. Con una mente tan estratégica y una mentalidad tan centrada en la eficiencia, comprendía que cualquier pequeño detalle podría marcar la diferencia.

Finalmente, se encargó de obtener el registro de estudios sobre el virus.

Sabía que no había cura en ese momento, no con todos dispersos y luchando por sobrevivir, pero eso no significaba que el futuro fuera igual.

La humanidad siempre evoluciona, se adapta y busca sobrevivir.

A pesar de lo que parecía un escenario desesperante, Daniel entendía que el futuro aún podía ser moldeado, que cada decisión, cada acción, podía acercarles un paso más hacia la recuperación.

Con todo lo que había recopilado y respaldado, Daniel no solo había aumentado sus posibilidades de supervivencia, sino que había dado un paso más hacia el control del futuro, uno en el que, a pesar de todo, la humanidad podría tener una segunda oportunidad.

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Después de obtener todo salió de la sala con los documentos impresos y guardados en tubos para planos que encontró en la sala.

Camino hacia la entrada de emergencia para vehículos siguiendo el mapa general que imprimió.

Si quería salir de aquí con suministros necesitaba un vehículo así que necesitaba asegurar una salida, al estar en alerta de cierre el CDC mantendría la entrada subterránea vehícular cerrada junto a las demás instalaciones, pero no era un impedimento muy grande.

Usando una linterna iluminó el estacionamiento subterráneo, no había muchos autos, una ambulancia, algunos camiones de carga y uno que otro vehículo militar.

Siguió la rampa un tiempo antes de encontrar una puerta de seguridad, claramente separando el área subterránea del exterior.

Se acercó a la puerta observando con atención el mecanismo de cerradura eléctrica.

La falta de energía no era un obstáculo insuperable, al contrario, sabía que podría solucionarlo con los recursos adecuados. El mecanismo de bloqueo electromagnético dependía de un flujo constante de electricidad para mantenerse cerrado, y sin ella, solo quedaba la opción de manipular el sistema mecánico de la puerta.

Terminando de estudiar la cerradura decidió regresar, el día estaba apunto de llegar y tenía que avisar de la explosión para que comenzarán a prepararse.

Mientras volvía a su habitación vió que poco a poco los demás habían comenzado a despertar.

Daniel entró en la habitación en silencio, asegurándose de no despertar a Amy.

Ella seguía profundamente dormida, su respiración era suave, su cuerpo relajado tras la descarga de adrenalina que habían compartido horas antes.

Se quedó observándola un instante, no con cariño, sino con una evaluación objetiva. Era atractiva, sin duda. Esa era la única razón por la que accedió a su acercamiento. Desde que todo se vino abajo, la tensión había sido constante. Incluso para alguien como él, que no se preocupaba en exceso, el estado de alerta podía desgastar. Un poco de sexo había sido una forma eficiente de liberar esa presión.

Amy tampoco parecía verlo como algo romántico. Su relación era más un intercambio: él usaba su cuerpo, ella usaba su fuerza. Un ganar-ganar.

Por eso, aunque no le interesaba enredarse emocionalmente, se aseguraría de que ella estuviera segura y cómoda. Después de todo, era algo que disfrutaba, y no le molestaba mantenerlo.

Con calma, se sentó en la cama y comenzó a organizar los documentos que había recopilado, asegurándolos en su mochila.

Sintió el movimiento detrás de él antes de escuchar su voz.

—¿Dónde estabas? —Amy se incorporó lentamente, su cabello alborotado, la manta envuelta alrededor de su cuerpo como si quisiera protegerse.

—Recorriendo el lugar.

Ella frunció el ceño al ver los tubos con documentos en su mochila.

—No dormiste nada.

—No lo necesitaba.

Amy se quedó en silencio, sus dedos apretando la tela con algo de nerviosismo. Luego, con una vacilación evidente, deslizó un brazo alrededor de su torso, apoyando la barbilla en su hombro.

—Necesitas descansar.

Daniel no reaccionó de inmediato. Su tono era suave, casi inseguro. Como si no estuviera segura de si tenía derecho a decirlo.

—Lo haré si es necesario.

No era una mentira. Sabía medir sus límites. Mientras su cuerpo aguantara, dormir no era prioridad.

Pero Amy no parecía convencida. Se mordió el labio, su mirada evitando la suya, hasta que finalmente susurró:

—Solo… despiértame la próxima vez.

Daniel giró el rostro hacia ella, analizándola en silencio.

Amy apartó la mirada de inmediato, encogiéndose ligeramente sobre sí misma, aferrándose a la manta.

Nerviosa.

Insegura.

Lo entendió al instante.

Sabía que había sido su primera vez. No es que hubiera sido rudo a propósito, pero tampoco era alguien que se preocupara por ser delicado. La gentileza no era su estilo. Su enfoque era simple: satisfacer necesidades.

Pero Amy no parecía estar completamente segura de dónde se encontraba después de lo que pasó entre ellos.

¿Temía que la apartara ahora que había conseguido lo que quería?

Daniel suspiró apenas perceptiblemente antes de mover el brazo y sujetarla por la cintura, jalándola con facilidad hasta que quedó sentada de lado sobre sus piernas.

Amy soltó un pequeño jadeo, su sonrojo intensificándose al instante.

—¡No… ya no puedo! —exclamó con nerviosismo, sus manos aferradas a la manta como si fuera su único escudo.

Daniel soltó una risa baja. No burlona, pero sí entretenida.

—Tranquila, no voy a cogerte otra vez.

Ella se tensó aún más, claramente avergonzada.

—Si quieres seguir con esto, está bien para mí —dijo él, directo como siempre—. Pero si no, no voy a forzarte a una relación así.

Amy lo miró con los labios entreabiertos, como si su cerebro tardara en procesar sus palabras. Luego bajó la mirada y, con una voz apenas audible, murmuró:

—Quiero seguir… solo… quería saber lo que tú pensabas.

Daniel la observó con la misma frialdad de siempre.

—Si no lo quisiera, no estarías aquí.

Amy pareció quedarse sin palabras. Lo miró por un segundo antes de bajar la vista, su rostro aún sonrojado.

Se inclinó lentamente hacia él, como si dudara si debía hacerlo. Daniel la atrapó en un beso duro y exigente. No se burló de ella, pero tampoco le dio espacio para inseguridades.

Amy se aferró a él con ambos brazos, sujetando su camisa con fuerza mientras se inclinaba más en el contacto.

Su inseguridad se desvaneció poco a poco en el calor del momento.

Cuando Daniel se separó, Amy lo miró con los labios ligeramente hinchados, la respiración agitada y el sonrojo cubriendo su rostro. Luego, lentamente, apoyó la frente contra su pecho, ocultando su expresión.

Daniel deslizó la mano por su pierna desnuda y le dio un leve golpe.

—Te limpié antes de salir, pero aún así deberías ducharte.

Amy tardó un momento en responder, todavía apoyada contra él.

—Bien… —murmuró en voz baja avergonzada, aferrándose un poco más a su camisa.

Daniel sintió su agarre, pero no dijo nada. Le permitió quedarse así unos segundos antes de darle una suave palmada en la espalda, marcando el fin del momento.

—Vamos. Los demás se están levantando. No quiero a tu hermana gritándome en la puerta.

Amy se rió, imaginando la escena.

Sí, Andrea definitivamente sería capaz de hacerlo.

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